Un 14,30% de los adolescentes tiene un problema de salud mental
La salud mental en la población adolescente se ha transformado en un área de interés prioritaria en el contexto actual. De acuerdo al Estudio Global de Carga de Enfermedad 2019 elaborado por el Instituto de Métricas y Evaluación de Salud de la Universidad de Washington, se estima que 1 de cada 7 jóvenes entre 10 y 19 años en el mundo presenta algún problema de salud mental que ha sido diagnosticado. Esta cifra resulta alarmante, dado que revela que un porcentaje considerable de adolescentes enfrenta desafíos asociados a su bienestar psíquico.
Los trastornos mentales en esta población pueden manifestarse de diversas formas, tales como depresión, trastornos de ansiedad, conductas alimentarias nocivas o alteraciones del comportamiento, entre otras. Cabe destacar que la adolescencia constituye una etapa vital de cambios y transición, donde confluyen exigencias académicas y sociales que pueden impactar negativamente la salud mental. Asimismo, el auge tecnológico y la hiperconectividad actúan como factores de riesgo para la aparición de psicopatologías.
Resulta fundamental abordar esta problemática y garantizar la entrega de apoyos especializados a aquellos adolescentes que los requieran. Los trastornos de salud mental no deben ser subestimados, considerando su influencia sobre el bienestar y funcionamiento integral del individuo.
Es primordial que padres, educadores y profesionales de la salud se encuentren capacitados en la detección precoz de señales de alerta, como cambios del estado anímico, aislamiento, dificultades académicas o alteraciones en los patrones de sueño y alimentación. Del mismo modo, deben propiciarse entornos seguros, libres de estigmatización, donde los jóvenes se sientan respaldados para manifestar sus emociones y solicitar ayuda cuando sea necesario.
Hoy en día existen diversas opciones de tratamiento disponibles para adolescentes con problemas de salud mental, como terapias individuales, familiares, grupales y farmacológicas. Resulta esencial implementar planes de intervención personalizados y adaptados a las necesidades específicas de cada paciente. En definitiva, abordar oportunamente esta problemática mediante un enfoque integral constituye un imperativo para resguardar el bienestar de la población adolescente.